Mi esposa hebrea no es como nadie. Cuando mi amor por ella empezó, junto a su corazón y el mío empezó también a latir el amor por nuestra hija.
Mi esposa hebrea es hermosa y no hay manos que quiera tomar si no son las suyas.
Me ve desde lejos y me mira de lado. Viene, se acerca y aunque no nos besamos sabe que desde siempre nos hemos conocido. Le doy las gracias por dejarme conocerla y no me canso de dar gracias porque ella y yo estemos en el mismo camino.
Yo elejí a mi esposa hebrea, como ella me elijió a mi y sobre nosotros todo esto fue elegido por nuestro Dios. Pongo un anillo de estrellas sobre su dedo, vuelvo a besarla como una primera vez, y río feliz de saber que ya todo es parte del pasado y estamos acá sin saber cuantos besos nos hemos dado, incluso antes de ese primer beso.
Amo a mi esposa hebrea, amo a nuestra hija, amo a mi nueva familia y amamos a nuestro Dios.
Tengo que cumplir con mi promesa. Lloro, pero ahora de alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario