Buenos días, buenas tardes y buenas noches:

Cuaderno viejo y yo esperamos poder llevarte a dar una vuelta durante el tiempo que dure tu estadía en nuestro espacio del mundo.


Bienvenid@





miércoles

Canciones de amor y el joven del sombrero

Era un día que no parecía normal, los actores habían cambiado sus roles, el señor de la escoba se había marchado y en su lugar pude ver a una vieja mujer que cada día por la mañana encendía un cigarro al que el fuego consumía de manera rápida, la vida de aquel cigarro acababa como si fuera parte de una farándula efímera de la que eligió ser parte en una decisión desesperada, mientras aquel cigarro se apagaba se llevaba también a diario a un poco de la vida de aquella mujer que parecía ser solitaria. En sus bocanadas ennegrecía aún más el cielo de la ya contaminada ciudad de Santiago.

Yo vestía un sombrero, chaqueta de cuero y jeans, me acompañaba un perro con el que podía hablar de lo extraña que se torna la vida a veces. De alguna forma me sentía especial, como si fuese el protagonista de aquella fotografía que se había tornado la vida, una fotografía algo desteñida y dañada por el tiempo, pero una fotografía a color de cualquier modo.

La vida no era fácil pero era vida, en ocasiones conocí a músicos, interesantes personas acompañadas de sus instrumentos con historia, la historia de canciones que nacían para ser compañía de vidas de bohemia en la ciudad, vidas de largas caminatas, de días soleados y de nubes en el cielo.

El día seguía sin parecer ordinario, en las tranquilas avenidas pude sentirme sano por un momento, libre de mi mal, sobre el jardín del gran parque pude olvidar por que viajaba, las razones, buenas y malas se marcharon por un rato, como todo fuese solo aquel instante, un momento de serenidad, en el que todo parece haberse detenido, como si el universo en un acuerdo con sus componentes quisiese mantener la calma para apaciguar el ritmo de la vida.

Pensé en que llegaría la noche y como noche traería problemas, “pero hay luces que jamás se apagan” pensé. Entonces partí de nuevo hacia donde mis pies me guiaran, de camino a ningún lugar canté canciones, de esas que acompañan, y entonces la recordé, quise volver a verla, y todo fue como si en aquel instante hubiese despertado de un largo sueño del que quise escapar con inútiles intentos, pero había acabado, tenía que volver a verla.