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En la ciudad donde nadie vive ni nada existe todo es inmenso, al deambular por sus frías calles aún se pueden oír voces sin habla. En el centro de la ciudad se puede ver una oscura plaza y junto a ella hay una pequeña casita, la clara luz brilla en su interior, al oír con atención se puede reconocer una suave melodía de tocadiscos “Crucify My Love”, mas arriba en una chimenea, un par de gatos ladran mientras el humo se escapa y se pierde en la noche. El viento hace un coro junto al tocadiscos mientras los árboles se estremecen, justo en el techo de la pequeña casa, se puede apreciar a un hombre contemplando la luna, como cada noche, parece haber olvidado a quien alguna vez le dijo que no llorara por no poder alcanzar la luna, pues sus lágrimas no le dejarían ver las estrellas.
Al otro lado de la ciudad, casi en las colinas, se encuentra otro sitio calido y lleno de luz, es un lugar agradable al que alguna vez se le llamo la casita del cielo, en su interior, alguien toca la ya familiar melodía anteriormente nombrada, esta vez en piano, los perros maúllan al ritmo de la música en la entrada. Al mirar por la ventana se puede ver a una hermosa mujer, por su preciosa voz y su eminente belleza hace suponer que se trata de un Ángel, al apreciarla de cerca es aun mas bella...ella siempre esta cantando pues fue alguna vez su sueño, su voz resuena en la ciudad donde nadie vive.
Ambos, ni ella ni el, saben que están tan cerca el uno del otro, ni ella ni el saben que en la fria ciudad habitan por lo menos dos personas con corazón, una familia de gatos que ladran y una pareja de perros que maúllan, ella jamás sabrá que aquel hombre aun la ama y la espera cada noche mirando al cielo, pretendiendo volver a verla.
“Si la ciudad fuese menos oscura y los edificios mas pequeños, tu y yo podríamos vernos, sin importar cuan lejos nos encontráramos.”
Los lugares son los mismos
