Nadie era tan distinto de su reflejo,
había que pasar por muchas cosas para entenderlo,
pero el reflejo no es que tuviese ojos de un color diferente.
El y yo estábamos ahí, y nos mirábamos.
Queríamos lo mismo, aunque la queríamos de forma diferente.
Ella lo sabía, eramos el reflejo y yo, o yo el reflejo.
Y entre nosotros, ella. Ambos la queríamos,
el y yo palpitábamos, quizás cuando el reía yo lloraba,
El tomaba tus manos, pero yo dormía contigo.
Pero hoy mirando al espejo, lo veo y sé
que yo no te hice llorar. Sé que no tomaste mi mano
pero al dormir somos amantes. Y sé, que después
de todo, el reflejo y yo somos iguales, o lo fuimos
desde que tu, comenzaste a quererme.
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